MONEDAS VIRTUALES ¿ESTAFA U OPORTUNIDAD?
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2018-07-13
Cada vez se hacen más populares las monedas virtuales y a su vez aumenta el desconocimiento sobre estas. Por eso, a continuación le contamos sobre su origen, su funcionamiento, los riesgos que implica invertir en estas y las diferentes formas de hacerlo para que a la hora de involucrarse en este emergente mercado lo haga de forma concienzuda.
Durante la última década los términos ‘criptomonedas’, ‘criptodivisas’ o ‘Bitcoin’ se han hecho populares en el vocabulario de las personas. Incluso, en el 2017 las noticias relacionadas con Bitcoin fueron las segundas más buscadas en Google a nivel mundial, por debajo de las que referían al Huracán Irma, y la frase “cómo comprar Bitcoin” que estuvo entre las cinco más populares en la categoría ‘cómo’ (how to, en inglés).
Lo que aún no saben muchos es cómo hacer inversiones correctas en este emergente mercado, cómo discernir entre una verdadera oportunidad o una estafa y qué riesgos implica esta tendencia.
No se tiene certeza sobre quién fue el creador de estas divisas -de las que se dice que emergieron como una alternativa de intercambio al sistema tradicional bancario-, solo se conoce el seudónimo ‘Satoshi Nakamoto’, quién sería el fundador del sistema Bitcoin, hasta el momento la criptomoneda más valorizada y, por lo mismo, la que define el comportamiento de su mercado.
Frente a la incertidumbre, se habla de que Nakamoto es un japonés, versión que no se ha confirmado. Lo que se sabe con certeza es que no se trata de una sola persona, sino de un grupo de hackers que desarrollaron todo el software de lo que hoy se conoce como Bitcoin y así dieron paso a las demás divisas virtuales que han surgido con el tiempo.
Como ante cualquier novedad hay opositores y defensores. La contraparte afirma que las criptomonedas se prestan para lavar activos, estafar a quienes invierten su efectivo en ellas e incluso que este mercado nació con el objetivo de financiar el terrorismo o al menos, que con frecuencia se utiliza para tal fin. Además, algunos aseguran que invertir dinero en esta tendencia podría terminar en la pérdida total del mismo.
En Colombia las criptomonedas, como en todo el mundo, no son consideradas dinero de curso legal. El Banco de la República (BanRep) ha dicho al respecto: “El peso colombiano (billetes y monedas) es la unidad monetaria y unidad de cuenta del país, siendo el único medio de pago con poder liberatorio ilimitado (…) El Bitcoin no es una moneda en Colombia y, por lo tanto, no constituye un medio de pago de curso legal con poder liberatorio ilimitado. No existe entonces obligatoriedad de recibirlo como medio de cumplimiento de las obligaciones”.
Por su parte, la Superintendencia Financiera aclara que: “Las monedas electrónicas no constituyen un valor en los términos de la Ley 964 de 2005. Por lo tanto, no hacen parte de la infraestructura del mercado de valores colombiano, no constituyen una inversión válida para las entidades vigiladas y tampoco sus operadores se encuentran autorizados para asesorar y/o gestionar operaciones sobre las mismas”.
Sin embargo, existen numerosos establecimientos comerciales, en su mayoría pequeños, en los que bajo su riesgo aceptan el pago con criptomonedas. De igual forma, muchos negocios que hacen sus ventas a través de redes sociales o páginas web, han habilitado las divisas virtuales como un medio de pago alterno.
Para el BanRep el lavado de activos, la financiación del terrorismo o la estafa pueden surgir “dado que las criptomonedas operan en un ambiente transaccional de difícil trazabilidad, presentan retos importantes desde el punto de vista fiscal, de lavado de activos y financiación del terrorismo” y agrega que “antes del surgimiento de Bitcoin, varios operadores de monedas virtuales cerraron sus actividades, obligados por investigaciones relacionadas con lavado de activos o por falta de requisitos para funcionar. Muchos de estos eventos también fueron acompañados por la desaparición de los depósitos virtuales de los usuarios de dichas plataformas”. La percepción que se tiene por parte de quienes no están involucrados con las criptodivisas es de ilegalidad.
Carlos Gómez, gerente de riesgos de Global Forensic Auditing, asiente que no hay forma de sostener en qué se está invirtiendo el dinero, que al hacerlo este no tiene respaldo y que las plataformas de intercambio o clubes de inversión pueden ser pirámides. Además, señala que es un sistema altamente peligroso debido a que no existe un ente que regule las transacciones ni el valor de las monedas. Por el contrario, quienes invierten en este campo aseguran que esta última es su ventaja más fuerte.
Emanuel Ortiz (abogado especialista en informática forense, investigador de fraude financiero y cibercrimen; fundador de la Asociación internacional de informática forense -ASIIF-) dice que: “las criptomonedas como tal no son malas, lo dañino es quiénes están interactuando con ellas (…) En el sistema tradicional financiero, centralizado, existen muchas inseguridades. Este sistema se conoce como Libro mayor y todos los movimientos deben pasar por ahí, a diferencia del sistema con el que trabaja Bitcoin que es un libro descentralizado en el que nadie tiene contacto con la esencia de robarse las criptomonedas”.
*Crédito de la imagen: Prayut Chaisook© 123RF.com
Actualmente todas las divisas virtuales usan el método Blockchain (cadena de bloques) para hacer sus transacciones. Este lo que permite es individualizar el origen y destino de los intercambios sin necesidad de un intermediario. Lo cual, según los defensores de sistema, da mayor seguridad y disminuye el riesgo de una interceptación o un robo. Sin embargo, esto genera anonimato para quién vende al igual que para quien compra las criptomonedas. Por lo que resulta innegable que este modelo económico sí puede prestarse para los delitos ya mencionados.
Ortiz asevera que el modelo “sí se ha usado en algunos casos para lavar dinero pues por su naturaleza se permite anonimizar las transacciones, por eso se da la preocupación, sin embargo, es la misma preocupación que se tiene con el sistema tradicional que aún no se ha solucionado”.
Un ejemplo de esto es el caso Baninter. Este se refiere a uno de los bancos más importantes de República Dominicana que, en el 2003, colapsó debido a los movimientos internos irregulares que estaban haciendo los ejecutivos del mismo. Por tal razón, Ramón Baez Figueroa, que era el presidente del banco, fue condenado a 10 años de prisión por su responsabilidad en la quiebra, además le confiscaron muchos de sus bienes para resarcir el daño.
Por su parte, José Luis Pérez (experto en marketing digital y negocios online) confirma que es “absolutamente cierto. Así como en el sistema tradicional pasa, con las criptomonedas pasa y no se puede rastrear a quién está cometiendo el delito”.
De acuerdo con Pérez, en el escenario de las monedas virtuales cualquiera puede comprar y vender a través de la web, por esto tanto delincuentes como personas honestas tienen la posibilidad de hacer parte del mercado. Por ejemplo, un trabajador adquiriría un Bitcoin con dinero proveniente de su salario, mientras que un narcotraficante aprovecharía esta tendencia para lavar activos, cambiando el efectivo proveniente de acciones ilícitas por un Bitcoin que puede pagárselo directamente a una entidad emisora de criptodivisas o a una persona natural, haciendo a esta última partícipe de un crimen. Sin embargo, esto es difícil de evidenciar, gracias a que el sistema Blockchain hace prácticamente imposible rastrear a quién está detrás de cada transacción.
Por otra parte, en el escenario del mercado tradicional, los delincuentes acumulan fondos provenientes de la ilegalidad y encuentran formas de convertirlos en dinero aparentemente adquirido de forma transparente, lo que se conoce cómo lavado de activos, delito que para las autoridades aún representa una problemática debido a la dificultad en su identificación.
Para estos últimos dos expertos, este crimen puede presentarse dentro del mercado de las monedas virtuales si los delincuentes invierten su dinero proveniente de actividades ilegales, pero Carlos Gómez va más allá pues plantea la hipótesis de que los mismos narcotraficantes hayan sido los inventores de esta tendencia para poder lavar su dinero siendo casi imposible rastrearlos.
“En ese campo uno no conoce quién es el responsable o quién está detrás de este tipo de negocios (…) Uno como persona natural compra un Bitcoin, por ejemplo, y le hace la transferencia a equis persona sin saber de quién se trata”, explica Gómez y advierte sobre otros inconvenientes: “Los rendimientos de estas monedas, pasando de 100 a 1.000 dólares en menos de un año, son bastante cuestionables ¿de dónde salen? ¿qué manejos internos hay? ¿Quiénes financian este tipo de actividades?”.
Cómo funciona Blockchain y qué son las criptomonedas
Existen diversas clases de monedas virtuales en el mundo. La más afamada y la que determina el comportamiento del mercado es Bitcoin. Esta es una criptomoneda, es decir que es un bien intangible, no se reconoce en ningún país como dinero local o legal ya que el Estado no puede regularla. Sin embargo, en lugares como Filipinas las han denominado como una “unidad digital empleada como medio de pago y depósito de valor”. Y mundialmente se hacen transacciones con esta a través de plataformas en la red.
Para ser poseedor de criptomonedas se debe buscar en internet una plataforma de inversión o exchange en la cual puede comprar el monto que desee a partir de 10 euros. Allí recibirá su dinero sin entregarle nada tangible a cambio más que sus criptodivisas que verá reflejadas en el sistema.
La recomendación de los expertos es que, si decide invertir a pesar de los riesgos, previamente haya adquirido una billetera virtual en la cual guarde su dinero para mantenerlo a salvo de un ataque de un hacker, que es la forma más factible de ser víctima de robo en este mercado. Es decir que, si usted tiene su inversión en la internet, siempre corre el riesgo de que el sistema sea atacado y, de repente, su dinero desaparezca.
Otras monedas que se destacan en este mercado son Ethereum, Ripple, Litecoin o IOTA.
Blockchain es la tecnología que usan las plataformas de criptomonedas para hacer sus transacciones y llevar el historial de estas sin necesidad de intermediarios, sin embargo, esta no se limita solo a esta tendencia. También puede ser utilizada por entidades que requieran privacidad y sobre todo seguridad, por ejemplo, los bancos pueden introducir Blockchain para hacer sus transacciones virtuales y evitar robos a través de internet. Y esta es la que mantiene la actual confianza en dicho mercado emergente.
“Los esquemas de criptomonedas se basan en la creación de una única cadena de registros públicos (Blockchain), disponible en línea y validable por cualquier participante del sistema y en billeteras electrónicas susceptibles de ser creadas en cualquier dispositivo con acceso a internet para la tenencia y transferencia de monedas virtuales por parte de los usuarios” explica un documento técnico del Banco de la República de Colombia que agrega que “en particular, estos sistemas generan para cada usuario una llave pública y una llave privada para que, combinándolas, el usuario firme digitalmente sus transacciones”.
El foco de la Blockchain está en evitar la falsificación, el gasto repetido de criptomonedas y las diferencias entre bloques de transacciones que pueden presentarse, esto debido a los periodos que hay entre el envío del mensaje por parte de quien inicia una transacción y la actualización de la versión del último bloque que debe ser verificado por los mineros.
El protocolo usado por la mayoría de plataformas de criptodivisas se llama Proof of work en el cual, “aplicando recursos computacionales, los mineros toman información criptográfica del bloque previo ya verificado por la red y la información criptográfica del nuevo bloque de transacciones, el cual incluye algo de la historia transaccional pasada cuando se envían los mensajes de cada nueva transacción firmados digitalmente. Mediante un algoritmo computacional, definido por el protocolo de validación, esta información es combinada matemáticamente para producir un nuevo código, denominado ‘el reto’ (the challenge).
“El trabajo del minero es encontrar, mediante algoritmos de generación de códigos aleatorios, un código, denominado ‘la prueba’, que, combinado matemáticamente con ‘el reto’, dé como resultado una secuencia de números acordada como parte del protocolo: ‘el acuerdo’. Entre más larga es la secuencia de números acordada, mayor esfuerzo computacional se requiere para encontrar la prueba. El minero que primero logra autenticar el bloque de transacciones tiene derecho a adicionar una transacción a su favor con un número de nuevas unidades de monedas virtuales.
“Una vez validado el nuevo bloque, cualquiera puede verificar su validez simplemente corriendo ‘la prueba’ junto con ‘el reto’ y aplicar el protocolo matemático de combinación de estos para verificar ‘el acuerdo’”.
Debido a esto, la mayoría de las criptomonedas basadas en proof of work limitan su oferta por lo que se hace más costosa la minería de nuevas unidades y a su vez se reducen las monedas virtuales que se entregan como premio a los mineros. Además, por el uso elevado de recursos computacionales (y energéticos) con proof of work varios esquemas de criptodivisas han migrado a protocolos derivados de este, pero con menos exigencias o alternativos como Danezis y Meiklejohn.
Cómo diferenciar una oportunidad de una estafa
Para José Luis Pérez comprar monedas virtuales puede representar una posibilidad de capitalización ya que se invierte una cantidad de dinero, y según su experiencia, desde el mismo día se puede evidenciar una valorización de este en las billeteras virtuales que más adelante puede hacer efectivo en la moneda local, sin embargo, afirma que es necesario documentarse sobre la plataforma en la que piensa invertir y asegurarse de que sea confiable para evitarse dolores de cabeza.
Cuando usted elige una buena plataforma tiene dos opciones: hacer trading o comprar criptomonedas para guardarlas en una billetera y dejar que se valoricen gracias al alza que han venido presentando las diferentes divisas virtuales y así poder venderlas a un precio superior del que las adquirió.
En el primer caso, existen plataformas diseñadas exclusivamente para este fin: comprar y vender (trading). En estas nunca se es poseedor de las criptodivisas ya que el proceso consiste en invertir su moneda local (que corresponderá a determinada cantidad de dinero virtual, de acuerdo con el monto que usted ingrese) a la página web que escoja; esperar a que se valoricen y venderlas a otro comprador por un precio mayor al que pagó, de ese modo, usted gana, pero no se queda con las monedas.
Los riesgos de esta opción varían. Por un lado, puede que la compra que hizo no se valorice, sino que al contrario se abarate y tenga que vender a menor precio. Por otra parte, como las divisas no estarán en una billetera, sino expuestas en la plataforma de trading, es posible que haya un ataque de un pirata informático y pierda su dinero. Por último, puede que invierta en una plataforma fraudulenta disfrazada, por lo que los expertos siempre recomiendan investigar a profundidad previamente, ingresar a los sitios oficiales de esquemas como Bitcoin o Ethereum y buscar las páginas recomendadas.
En el segundo caso, existen numerosos sitios en los que se pueden comprar criptomonedas, allí usted adquiere, por ejemplo, 1 Bitcoin –cuyo precio asciende a más de 7.500 dólares según la página Bitcoin Average-, y lo lleva a una billetera virtual con el objetivo de ahorrar y más adelante retirar su dinero de curso legal (dólar, peso, euro, etc.). Con esta alternativa, usted nunca poseerá más de 1 Bitcoin, pero sí aumentará su capital invertido siempre y cuando el mercado de las divisas virtuales se mantenga en alza.
De acuerdo con un artículo del portal estadounidense Howmuch, actualmente la capitalización de todo el mercado de criptomonedas no supera la valorización de la empresa Facebook, sin embargo, solo el valor del sistema Bitcoin (69.500 dólares) está muy cerca al de la empresa PayPal (76.900 dólares). Esta comparación se realizó utilizando los valores con corte de septiembre de 2017.
En el caso de que se valorice su compra, es necesario saber que las criptomonedas pueden convertirse en dinero de curso legal de dos formas: retirando el dinero equivalente en un cajero electrónico (en Colombia hay cinco) o adquiriendo algún bien a través de internet usando divisas virtuales y después venderlo a cambio de su moneda local. Sin embargo, en la primera opción no recuperará su dinero completo, ya que los cajeros cobran una comisión.
Estos poco a poco han ido llegando a todos los países, en Colombia el primero que se instaló está en Bogotá, en la calle 93B con carrera 11A, junto al Parque de la 93 y hace poco se instaló uno nuevo en el Centro de Alta Tecnología, ubicado en la carrera 15 con calle 77. Los dos pertenecen a la compañía estadounidense Athena Bitcoin y no solo les permite a quienes han invertido en Bitcoin, retirar dinero en efectivo, sino que también da la opción de comprar criptomonedas a quienes buscan invertir en esta tendencia. Además, la página coinatmradar.com reporta que en Pereira se puede encontrar uno y en Cali dos más.
De acuerdo con José Luis Pérez una forma de proteger la inversión es el “tener sus criptodivisas en un monedero (descargado en el celular), desconectarlo de la red e inhabilitar los datos en esa aplicación, así su inversión está segura y libre de hackers”.
Estas son las dos maneras sugeridas de hacer inversiones en este mercado emergente, teniendo en cuenta que, gracias a su sistema descentralizado y a la dificultad para rastrearlo y conocer sus manejos internos, en cualquier momento podría desaparecer.
*Cajero Bitcoin en parque de la 93. Créditos: Lucía Jiménez / Redacción Huella Forense.
Sin embargo, hay quienes le apuestan a clubes. Estos son organizaciones con estructuras piramidales dedicadas a captar dinero a cambio de monedas virtuales con la promesa de generarles a sus miembros una rentabilidad diaria. Se esconden tras la fachada de ser estructuras multinivel, pero para que estas funcionen legalmente en Colombia deben llenar, al menos, tres requisitos básicos: pertenecer a la Asociación Colombiana de Venta Directa (Acovedi), lo cual se puede verificar en la página web de la misma; tener domicilio en el territorio y entregar un producto tangible a cambio del dinero depositado, pero hasta la fecha, ninguno de los clubes de criptomonedas cumple con estos.
Por otro lado, existen clubes que se hacen pasar por bancos donde las personas pueden depositar sus criptodivisas y, en plazos de 6 meses o más, retirar su dinero virtual multiplicado; funciona similar a un CDT, pero con rendimientos extravagantes. El problema con este escenario radica en que de no ser entidades captadoras de dinero vigiladas por la Superintendenia Financiera, si la gente pierde su dinero no tendría cómo recuperarlo por medios legales.
Pablo Albarracín* está vinculado con una de estas estructuras y dice que está a la espera de que se cumpla su plazo para poder retirar su capital y la ganancia prometida sobre el mismo. “Cuando uno ingresa debe pagar 250, 500 o 1.000 dólares para adquirir la membresía y de acuerdo con el monto que uno haya puesto, recibe diferentes beneficios”, cuenta.
Esta membresía no es más que comprar monedas virtuales a quien lo invitó. Albarracín afirma que por llevar a otras personas a su red y por los miembros que sus referidos atraigan, él recibe un porcentaje de sus inversiones, sin embargo, esto tiene un límite, solo gana por determinada cantidad de “socios” y periódicamente debe pagar un porcentaje de sus dividendos para poder seguir recibiendo beneficios.
La experiencia para él ha sido positiva porque hasta la fecha no ha perdido dinero y al revisar su billetera virtual, se refleja más del que invirtió, pero asegura que el riesgo es latente y sabe que es posible que un día sus dólares desaparezcan o no se valoricen, “esto es como una pirámide”, afirma.
El caso de Maritza Molano no resultó tan rentable ni agradable, en octubre del 2016 la invitaron a invertir en una empresa llamada MMM Global con la promesa de que recibiría el 30 por ciento mensual sobre su dinero, además de ganar otro porcentaje por cada persona que llevara. Exactamente igual que como han funcionado diferentes captadoras ilegales de dinero como DMG, una de las más famosas en Colombia.
Durante 3 meses la promesa se hizo realidad, ella puso 250.000 pesos y recibió $ 225.000, más un porcentaje del dinero que entregaron cinco familiares a los que logró convencer. Sin embargo, esas personas nunca recibieron ganancias. En enero de 2017 la misma persona que la llevó a MMM le dijo que había llegado una nueva plataforma -Skylle- en la cual les darían el 50 por ciento sobre su inversión, deslumbrados, todos depositaron allí, en total 7 millones de pesos.
Desde ese momento, ella dejó de recibir réditos de MMM y del efectivo que pusieron en la segunda empresa, hasta la fecha no han recibido ganancia alguna y tampoco han recuperado su capital. Como si fuera poco, en septiembre pasado les dijeron que si volvían a invertir desde 1 millón de pesos en MMM les darían el 30 % de ganancia, además de entre un 5 y 10 por ciento del dinero que habían depositado en octubre del 2016.
Por fortuna en este último ofrecimiento no cayeron y a la fecha no han recuperado nada del efectivo entregado, pese a que quien los invitó les ha dicho en repetidas ocasiones que les va a responder. “Dicen que el creador del MMM murió y con él la plataforma”, concluye Maritza.
Por lo anterior, los expertos aconsejan alejarse de estas ofertas que ofrecen ganancias aseguradas y sobredimensionadas, porque, así como los líderes del club pueden ser honestos con los socios y devolverles su capital valorizado, también se corre con el riesgo de que se escapen con el dinero de todos los inversores; valiéndose así de la facilidad que proporciona este mercado de hacer transacciones anónimas.
Las personas que deciden vincularse a estos clubes lo hacen por desconocimiento de que pueden hacer trading sin necesidad de intermediarios o atraídos por los porcentajes elevados de ganancias que les ofrecen basados en especulaciones, alejados de explicaciones lógicas.
En conclusión, la tendencia de las criptomonedas es volátil y funciona muy similar a Wall Street, puede aumentar o disminuir su valor de acuerdo con las transacciones que se realicen, por lo cual, invertir allí no asegura dividendos, lo mismo que sucede cuando se compran acciones, existe el riesgo de ganar o perder.
Además, hay algunos peligros como los robos por piratas cibernéticos, de los cuales se podría escapar invirtiendo en plataformas reconocidas y recomendadas por expertos, acumulando sus monedas en billeteras virtuales, ojalá desconectadas de la red y que sean confiables.
Los más escépticos, como Carlos Gómez, advierten sobre la explosión de la burbuja que está creando este mercado virtual, para él el riesgo de que todas las plataformas de criptomonedas de repente desaparezcan es latente y cuando eso pase “¿a quién le van a reclamar? ¿dónde queda el dinero que se invirtió? A la final las personas pueden tener 20 Bitcoins, casi 200.000 dólares, pero ¿qué pueden hacer con eso? Nada, porque es virtual, en caso de que se caiga no tienen forma de volverlo tangible”.
En definitiva, las monedas virtuales no tienen intermediarios y eso es lo que las hace atractivas, las criptodivisas se compran en la red directamente. Los clubes que prometen ganancias diarias y en los que se le entrega el dinero a una persona natural, que pagan por traer referidos y armar redes, son pirámides en las que un grupo de personas está manejando el dinero de todos los integrantes, haciendo trading con el mismo y quedándose con la mayor parte de las ganancias. Si bien, de entrada, pierden los participantes del club porque no están recibiendo la ganancia completa, hay un riesgo más grande y es que los líderes del club desaparezcan con el dinero de todas las personas y se pierda la totalidad de la inversión sin la posibilidad de ser rastreados, ya que todas las transacciones se hacen a través de sistemas como Blockchain.
*Nombre cambiado a petición de la fuente.
*Crédito imagen: Maxim Larin© 123RF.com
Carolina Delgado
Especial para Huella Forense
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