jueves, 16 de agosto de 2018

¿CON ESCEPTICISMO PROFESIONAL LA AUDITORÍA TIENE VALOR? ¡LO QUE DE VERDAD SE NECESITA SON OBJETIVIDAD E INDEPENDENCIA PROFESIONAL!

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Lo que contadores/auditores denominan ‘escepticismo profesional,’ en realidad es ‘objetividad profesional.’ Sin embargo, apoyados por reguladores, ahora renuevan su insistencia por el escepticismo profesional.
El escepticismo inherentemente implica sesgo dado que conlleva ‘estar en contra de,’ ‘dudar de.’ Así la profesión se empeñe en presentarlo de manera neutra: no suponer que la administración es tramposa, pero tampoco suponer que la administración es honesta.
En realidad, lo que a contadores/auditores se les reclama es ‘objetividad e independencia profesional,’ la cual nunca pueden estar sesgadas, ni ir en contra de o a favor de. En la objetividad lo que cuenta es la evidencia, que necesariamente debe ser objetiva. En la independencia la clave está que esté tanto en la mente como en la apariencia.
En varios de mis comentarios he abordado estas cosas, refiriéndome ya sea al escepticismo como una postura filosófica(‘negativa’), en un contexto donde se buscan actitudes positivas, señalando que no es una posición sino un proceso, recordando el empeño (‘estéril’) de la profesión en repetir frases de cajón (contenidas en los estándares/normas internacionales), que siempre dejan abierta la pregunta de realmente qué es. He mostrado cómo los distintos esfuerzos de la profesión están conduciendo al escepticismo profesional y en concreto cómo se está dando ello en la Unión Europea.
Por estos días (Julio 2018) se ha acrecentado el interés de la profesión contable por desarrollar sus esfuerzos hacia el escepticismo profesional. Se destaca el reporte reciente de la Audit and Assurance Faculty del ICAEW titulado Scepticism: The Practioner´s Take, [Escepticismo, los profesionales lo asumen].
Tanto el reporte de ICAEW como la promoción que se ha hecho del mismo han resaltado que:
“El escepticismo profesional es central para el trabajo de los auditores y aun así los reguladores de la auditoría y otros continúan expresando preocupaciones de que los auditores no son suficientemente escépticos. Este reporte explora lo que los auditores y otros stakeholders piensan acerca de cómo puede ser mejorado y quién es responsable por él.”
Y más adelante señalan de manera enfática:
“Sin escepticismo profesional la auditoría no tiene valor. Está en el corazón de lo que los auditores hacen, pero la idea de escepticismo no es fácil de precisar. Debe generarse resistencia ante la urgencia de usarlo, o más aún la carencia de él, para todo lo que está mal en la auditoría o en la presentación de reportes financieros. No todo es resultado de la carencia de escepticismo.”
El reporte, que solo consta de 20 páginas, anota que hubo un ‘buen nivel de consenso,’ entre quienes fueron entrevistados (15 profesionales de prestigio), respecto de lo que se debe hacer para mejorar el escepticismo. Enumera lo que de ello se ha aprendido que:
  1. En las firmas se necesitan cambios estructurales
  2. Los auditores no son las únicas personas que pueden o deben ejercer escepticismo
  3. El escepticismo es acerca de calidad, no cantidad
  4. Las firmas no deben enviar mensajes mixtos
  5. El requerimiento para buscar evidencia en contrario no mejorará el ejercicio del escepticismo
  6. Para ser escépticos, los auditores necesitan administrar la tención entre las demandas de independencia y la necesidad de entender el negocio en detalle
Mi percepción personal (‘sujeta a error y receptora de críticas’) es que, al igual que como ocurre con los estándares internacionales, se pretende aplicar un concepto (‘incrustado en la historia de la humanidad’) sin haberlo estudiado en profundidad. En el afán de mostrarse ‘prácticos’ y lograr una efectividad relativa.
A diferencia del reporte que se comenta, considero que la auditoría realmente tiene valor si se le desliga del escepticismo profesional y se le centra en la objetividad y la independencia. Hablar de escepticismo sin garantizar la objetividad y la independencia no pasa de ser un cliché que todos repiten y del cual se dice que es ‘importante’ pero realmente no se dice nada.
En el contexto empresarial y de negocios del presente, se insiste más en ser ‘socio del negocio’ (lo cual implica que no se puede estar en contra de, y mucho menos en contra del negocio), utilizando instrumentales objetivos (que están lejos, muy lejos, del cumplimiento normativo) y garantizando la independencia tanto en la mente como en la apariencia. Porque ese contexto depende mucho de percepciones, principalmente las que se dan mediante las tecnologías digitales.
El escepticismo se parece mucho más a las posiciones contestatarias de la izquierda beligerante que pretende que con destruir lo actual se va a conseguir una nueva sociedad. Y en particular, que con la destrucción de las empresas y sin generación de valor se va a garantizar el pleno empleo porque el Estado lo da, a la vez que suministra todo lo que necesitan los ciudadanos. Una solución efectiva en el muy corto plazo pero que luego se desbarata sola porque sin quién genere riqueza no hay quién pague impuestos y por lo tanto no hay con qué cumplir las promesas hechas.
Sin embargo, entiendo que la tendencia de la profesión (y de algunos reguladores poderosos) es seguir insistiendo en el escepticismo profesional y seguir haciéndole la vista gorda a la objetividad y a la independencia, porque ‘lo que realmente importa es lo práctico’ y no se necesita estudiar.

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