La función del tesorero corporativo ha cambiado mucho en los últimos años. Anteriormente restringida a la mera administración de efectivo y riesgos, sobre todo en relación con tasas de interés y divisas, tal función se ha transformado en algo mucho más amplio debido a los cambios regulatorios y a la rapidez y volatilidad de los negocios internacionales en la actualidad.
Hoy en día, el tesorero corporativo participa más en la toma de decisiones estratégicas y, con frecuencia, tiene voz y voto. Pero con ese mayor sentido de pertenencia, llega una larga lista de nuevas responsabilidades que recaen en hombros del tesorero.
Como las plataformas complejas, los riesgos y las regulaciones son cosa común, los tesoreros corporativos han presenciado un incremento de las exigencias y las expectativas, por lo que están asumiendo cada vez más responsabilidades empresariales de toda índole.
¿Qué tanto han tenido que cambiar para que puedan tener voz y voto y cómo será su función en el futuro?
Cambios regulatorios y mercados volátiles ¿la nueva normalidad?
Las modificaciones recientes a la regulación — entre ellas, Basilea III, la ley Dodd-Frank, ISO 20022 y la sección 385 del IRS—han creado un entorno nuevo y más complejo en el que los tesoreros corporativos asumen más costos y responsabilidades, sobre todo en comparación con los bancos, que siempre habían dirigido la orquesta en este sentido. Lo anterior se debe a que las regulaciones están cada vez más orientadas a despojar a los bancos de ciertas responsabilidades (y tenencia de activos), en un esfuerzo por impedir futuras crisis de la banca y de la economía en general.
Si a esto agregamos la volatilidad de los mercados en últimas fechas, es fácil ver el papel más complicado y difícil del tesorero corporativo.
Las regulaciones recientes han creado un mundo donde las ventas y reestructuraciones de bancos han reducido su planilla sustancialmente. Mientras que las compañías solían echar mano de los bancos con suficiente personal para ver satisfechas necesidades distintas de las operaciones de compraventa, éstas ahora son más o menos lo único a lo que pueden aspirar. Un buen ejemplo de las implicaciones de este cambio se observa en el análisis de coberturas previo a la operación, antes una labor típica de los bancos que ahora debe realizarse internamente. Por lo anterior, el tiempo necesario para dirigir adecuadamente a un equipo corporativo de tesoreros se ha prolongado.
Las regulaciones actuales también estipulan que las compañías no pueden compensar a los bancos por sus esfuerzos. Mientras que lo acostumbrado era que las operaciones se realizaran “al mejor precio y lo más rápidamente posible” como compensación por la labor de asesoría, esto ya no es así.
Por lo anterior, ahora es un reto que las compañías pidan a su banco que les proporcionen análisis e información detallada del mercado: el precio es mucho más alto y obtienen menos valor.
Tras la ley Dodd-Frank, la transparencia del mercado ha aumentado sustancialmente y causado grandes cambios en la relación banco/empresa. Ahora, el tesorero corporativo puede tener acceso a la misma información sobre precios de mercado que los bancos, lo que antes era inconcebible. Además, los tesoreros ya pueden conocer los detalles de la operación, mientras que antes sólo estaban disponibles para los bancos. No hay duda de que las compañías realmente se han beneficiado de esta mayor transparencia en el mercado, gracias a menores diferenciales en las operaciones y acceso a más información sobre liquidez. Sin embargo, acrecienta la ya larga lista de responsabilidades de la tesorería corporativa porque las empresas están teniendo que realizar funciones que antes desempeñaban los bancos.
Con respecto al crédito, el mayor cambio se ha debido a Basilea III. El apetito de los bancos por el financiamiento — y su capacidad para proporcionarlo tan abundantemente como antes — han menguado mucho en los últimos años. Por esta circunstancia, junto con la complejidad creciente de la tesorería corporativa y un mayor número de herramientas tecnológicas, los tesoreros corporativos ahora realizan análisis de monitoreo del crédito, una labor que antes estaba reservada para el departamento de crédito de los bancos. Ahora los tesoreros corporativos pueden calcular el riesgo de crédito propio y de la contraparte, y tomarlos en cuenta a la hora de elegir con quién realizar una operación.
Los factores externos, como la gran volatilidad de las divisas y de los demás mercados en general, no hacen más que agregar presiones al tesorero corporativo. Como las prioridades de la tesorería son la liquidez, la eficiencia y la contraloría, este departamento realmente ha vivido la automatización como subproducto de la estandarización y la centralización, lo que en última instancia le ahorra al tesorero – y a la compañía — tiempo y dinero. Ahora que se pide a los tesoreros realizar análisis más profundos y supervisar la administración del efectivo y de los riesgos, la tecnología les está ayudando a adaptarse a todas estas presiones regulatorias y externas.
¿Y ahora qué sigue?
Aunque no podemos ver el futuro, todo apunta a que el tesorero corporativo del mañana tendrá más responsabilidades y manejará más costos. Como muestra de lo anterior están las comisiones que pronto empezarán a cobrar los bancos por el análisis de cualquier categoría de activos, debido a las reglas de disociación de actividades que están aplicándose como parte de la directiva MiFID II. El efecto en los tesoreros corporativos será que tendrán que pagarlas — lo que aumenta los costos – o realizar el análisis ellos mismos.
Un buen análisis realizado internamente es una opción realista sólo para los grandes corporativos que cuentan con departamentos de economistas, pero ¿y la gran mayoría de los otros departamentos de tesorería corporativos? Una combinación cuidadosa de tecnología e inteligencia humana puede ayudar a las empresas a permanecer a la vanguardia conforme evoluciona la función del tesorero corporativo.