domingo, 18 de junio de 2017

DE CÓMO UN DIRECTOR FINANCIERO TERMINÓ EN PRISIÓN

Estándar
Ene/Feb 2015  |  Núm. 11
18 de junio, 2017


Jon J. Lambiras, J.D.
CFE, CPA
En esta edición
De cómo un director financiero terminó en prisión
Conozca los peligros de la exageración en la declaración de activos e ingresos (entre otras estafas)
Un director financiero, presionado e intimidado por el director general, utilizó contabilidad creativa para mejorar ilegítimamente el desempeño de su compañía. He aquí cómo lo hizo y aquello con lo que hay que tener cuidado en una organización.
Este fraude contable tenía como finalidad mejorar los estados financieros de la empresa e inflar su precio ante la bolsa. La misión fue cumplida, pues se produjo un incremento de su capitalización de mercado y millones de dólares en pérdidas para los inversionistas que compraron sus acciones a precios inflados.
El director financiero mantuvo su estafa durante dos años; sin embargo, un miembro astuto de la prensa financiera consiguió exponer finalmente el fraude, esto llevó a fincar cargos y, finalmente, fue condenado a cinco años en prisión por fraude de valores.
Este artículo destaca la mecánica de los esquemas creativos que se utilizaron para aumentar las ganancias, bajar el costo de los bienes vendidos e inflar el ingreso neto. Asimismo, espero que aumente la conciencia sobre estas estafas y pueda ayudar a los examinadores de fraude a prevenir y detectar estas estratagemas de la contabilidad.
Personalmente participé como abogado y Examinador de Fraude Certificado en el litigio civil del caso en cuestión. Analicé los registros financieros y los documentos de las auditorías; asistí en la entrega del director financiero a la prisión, además de intentar resolver el rompecabezas del fraude, entre otras cosas. Las identidades del director financiero y de la compañía se mantendrán en el anonimato porque cierta información del caso no es de carácter público.
Presión del director general
El director financiero (en adelante nos referiremos a él como “Jack”) fue presionado fuertemente para que reportara ganancias crecientes. Esto ocurrió después de que el director general de la compañía hiciera pronósticos financieros fuertes ante los medios de comunicación y luego tuvo que ejercer presión para que se cumplieran las expectativas. Así pues, como el director general tenía una personalidad dominante y amenazadora, y Jack era relativamente nuevo en la empresa, no pudo negarse ante la imperiosidad de su jefe.
Aunque Jack poseía acciones de la compañía y esto pudo ser un incentivo para inflar el valor de sus acciones, en realidad, su principal motivación era complacer al director general. Jack no tenía opciones en cuanto a acciones o bonos como incentivos.
Las expectativas de la prensa y del director general resultaron ser muy difíciles de alcanzar; por lo tanto, Jack necesitaba valerse de un recurso creativo para obtener buenos resultados financieros. Al principio, utilizó algunos trucos menores de contabilidad para mejorar el balance a corto plazo; no tenía la intención de que la compañía evolucionara mediante una solución a largo plazo o un fraude de importancia. Luego, planeó revertir casi todas las transacciones fraudulentas en periodos contables posteriores; de este modo, esperaba que el crecimiento futuro de las ventas, impulsado por un nuevo producto que se lanzara, absorbiera discreta y significativamente los efectos de revertir las transacciones fraudulentas. No obstante, dicho crecimiento nunca se materializó y Jack no pudo borrar sus huellas.
Este patrón debe sonar familiar a los examinadores de fraude, pues se trata de un clásico ejemplo de motivos y del efecto de “bola de nieve” que comúnmente lleva a un fraude de escala mayor.
Facturas de ventas ficticias
Un componente básico del fraude de Jack fueron las transacciones de ventas ficticias, y su punto de partida para registrarlas fue la creación de facturas falsas en el sistema de contabilidad de la compañía. No había órdenes de compra encubiertas, ni documentos de cargamentos o pagos, porque simplemente ingresó información al sistema, con cantidades y fechas de ventas totalmente falsas; por ejemplo, el nombre un cliente, la descripción de un artículo, el precio por unidad, etcétera. De esta forma, cuando el sistema creaba las facturas, automáticamente registraba un débito a la cuenta del libro mayor de las cuentas por cobrar y ponía ese abono en la cuenta de ventas. Crear las facturas era fácil, pero, la parte difícil era habérselas con Reporte Anual en el que quedaban registradas esas transacciones.
Posteriormente, Jack fue borrando parte de los registros anuales de los libros con el efectivo que se recibía de las transacciones no relacionadas, para dar la impresión de que se pagaban las cuentas por cobrar. Por ejemplo, la compañía recibió dinero de un gran inversionista para saldar la cuenta por cobrar de una antigua compra de acciones. Cuando recibió el efectivo entrante, Jack lo registró correctamente como débito a la caja. Sin embargo, se registró la porción de crédito de la entrada al Registro Anual a partir de la venta falsa, en lugar de la cuenta por cobrar del inversionista. Así, el fraude en el balance del Reporte Anual ya no figuraba en los registros de fin de año de la compañía.
En otra ocasión, el Reporte Anual de ventas ficticias salió en los libros de la compañía al final del año. Esto era riesgoso porque Jack sabía que los auditores revisarían y evaluarían al menos parte de los estados del Reporte. De hecho, para una de las cuentas falsas por cobrar, los auditores enviaron una confirmación de auditoría al cliente enlistado. Dicho cliente era en realidad una entidad que efectuaba negociaciones anteriormente con la compañía, pero estaba dirigida por un cómplice, quien ayudaba a realizar el fraude. Él firmó a nombre de la empresa, estando falsamente de acuerdo con la venta que se realizó y con que el saldo era legítimo.
Jack, quien anteriormente había sido auditor, sabía que la mayor parte de los procedimientos de auditoría serían a fin de año. Cabe decir, además, que conocía las formas de evadirlos. Por ejemplo, registraba a menudo las ventas ficticias en pequeñas cantidades para evitar crear una transacción inusualmente grande o montos importantes en el balance del Registro Anual, que pudiesen atraer la atención del auditor. Además, era cuidadoso de registrar las ventas al menos cinco días antes de la clausura de año para evitar evaluaciones de recortes.
Ventas sin su correspondiente costo por los bienes vendidos
Algunas de las ventas ficticias fueron registradas con las entradas de los costos correspondientes de los bienes vendidos; sin embargo, otras no. La Cuenta de Precio de Costos (COGS, por sus siglas en inglés) refleja la base de costos del inventario de ventas. Mientras que la ausencia de entradas significa que las ventas fueron registradas con un margen de beneficios del 100 por ciento. En otras palabras, el monto total de la venta incrementó directamente los ingresos netos debido a que ninguna entrada fue registrada en la cuenta de gastos que de la base de costo del inventario de ventas.
Para ilustrar este caso, en sistemas legítimos de contabilidad, las entradas de ventas se registran generalmente como un débito al Reporte Anual y como crédito para el monto total de la venta. Una entrada correspondiente se registra como débito a la Cuenta de Precio de Costos o COGS y se carga a la base de costo del inventario de la compañía. Esta última entrada elimina los registros de ventas de la compañía. La base de costo del inventario es usualmente menor al del precio de las ventas, con una diferencia que representa el beneficio de la compañía a partir de las ventas.
En aquellos casos en que no se registran entradas a la cuenta COGS (es decir, que no hay débito a la COGS, y no hay crédito al inventario), no se registra ningún gasto sobre el neto en los ingresos de la compañía a partir de las ventas. Así, el monto total de ventas representa los ingresos que van directo al ingreso neto.
El sistema de contabilidad de la compañía registró automáticamente un débito a la cuenta COGS y un crédito en el inventario cada vez que el número de artículo del inventario era enlistado en una factura de ventas. En los casos en que el director financiero quería que se evitara una entrada a la cuenta COGS, simplemente excluía un número de artículo de inventario en la factura. Por otro lado, si se enlistaba un número de artículo de inventario en la factura, en ocasiones, registraba manualmente una entrada diaria para revertir la entrada en la COGS. El resultado final era una transacción de venta con un margen de ganancia del 100 por ciento.
Margen de ganancias exagerado en lugar de ventas legítimas
Por lo menos en una ocasión, Jack manipuló una transacción de venta que hubiera sido legítima, con la finalidad de exagerar el margen de ganancias. Lo hizo ingresando en el sistema de contabilidad y alterando la cantidad de bienes para el componente de inventario de la transacción. Cuando reducía la cantidad, el sistema contable automáticamente ajustaba la entrada en la COGS para disminuir el monto de la entrada. Esto causaba un incremento en el margen de ganancias por ventas, lo cual impactaba directamente en los ingresos netos.
Ingresos que hubieran sido legítimos fueron asociados a periodos contables más antiguos
Jack también asoció transacciones de ventas que eran legítimas con periodos contables antiguos, con la finalidad de reconocer prematuramente ingresos a partir de ventas. Una vez realizada la venta, cambiaba la fecha en las facturas del sistema para reflejar así una fecha más antigua. Las entradas originales contables sobre el libro mayor (con débito para el Registro Anual, y crédito para las ventas; débito a la cuenta COGS, y crédito para el inventario) fueron automáticamente fechadas con retraso o con una fecha más antigua.
Eventualmente, Jack consiguió su estafa entre trimestres en vez de años fiscales, lo cual minimizó la posibilidad de una detección, pues sabía que los auditores realizaban revisiones rigurosas anualmente, en lugar de cada tres meses.
Conjuntamente con la alteración aumentativa de los ingresos, en ocasiones, Jack fechaba con retraso documentos de cargamentos que eran legítimos para cambiarlos por periodos más antiguos. En esencia, Jack reemplazaba la fecha actual en el documento de un cargamento, la cual coincidía con la de una factura de ventas alterada. Los cargamentos encubiertos a clientes eran reales, pues él solo alteraba las fechas para aparentar que hubieran sucedido en un periodo más antiguo. También, usó su táctica para crear una huella de papel más consistente para las transacciones fraudulentas.
Costos de bienes asociados con periodos contables más recientes
Adicionalmente, puso entradas de la COGS (débito a la cuenta COGS, crédito al inventario) para ventas que hubieran sido legítimas en periodos contables más recientes. Esto resultó en un margen de ganancias del 100 por ciento sobre las ventas en un periodo más antiguo, ya que el gasto de la COGS era transferido a un periodo más reciente aunque la entrada de venta (débito al Registro Anual, y crédito en ventas) se quedaba en un periodo más antiguo.
Respecto a la facilidad para realizar la estafa entre trimestres, el inventario era físicamente trasladado al cliente en un trimestre anterior al momento de la venta. Sin embargo, como la entrada en el inventario (con débito a la COGS, y saldo en el inventario) era alterada hacia un trimestre anterior, el balance variaba temporalmente en el inventario físico de la compañía. Se corregía la varianza en el trimestre subsecuente cuando se registraba la entrada de inventario. Como Jack resolvía la varianza antes del término del año, una observación efectuada al final del año por los auditores no habría detectado el fraude.
Transacciones de venta registradas doblemente
Jack también duplicó el registro de ciertas transacciones de ventas. En estos casos la transacción original era una venta legítima a un cliente real. Aunque en algún momento después de que se registraba la transacción original, Jack duplicaba una factura de ventas para el sistema. La nueva factura generaba un segundo grupo de entradas contables para duplicar la venta.
De este modo, Jack podía usar los mismos registros de cargamentos y otros documentos originales de ventas legítimas para dar fundamento a la venta ficticia si los auditores pedían un respaldo de la venta.
Se descubre el fraude
Las sospechas del fraude comenzaron cuando un miembro de la prensa financiera cuestionó la legitimidad de los ingresos crecientes de la compañía. Después de que se publicara el artículo, los reguladores del gobierno, incluyendo la Comisión de Bolsas y Valores, comenzaron a investigar. Los fiscales federales enseguida se involucraron y posteriormente hicieron cargos por delitos. Además, los inversionistas defraudados hicieron su demanda.
Poco a poco se fueron descubriendo los esquemas creativos para inflar las ganancias, disminuir el costo de los bienes vendidos y exagerar los ingresos netos. Finalmente, Jack se declaró culpable de los cargos imputados y se llegó a un acuerdo en la demanda.
En este caso, la compañía creyó que se podía hacer poco para evitar el fraude porque había sido orquestado en un nivel alto de la jerarquía. Una separación adicional de las responsabilidades hubiera ayudado, pero aun así, el director general tenía la última palabra sobre las transacciones. Sin embargo, existen varias formas en las que una compañía puede evitar un fraude de estados financieros en altos niveles.
Además, el Acta Norteamericana Sarbanes-Oxley requiere que los directores de las compañías públicas certifiquen personalmente sus envíos anuales y trimestrales a la SEC. Estas certificaciones requieren esencialmente que los directores generales y financieros sean responsables de los estados financieros de sus compañías, y así evitar delegar esta responsabilidad a sus subordinados para luego aducir ignorancia cuando se descubre un fraude de dichos estados.
Espero que con la lectura de este artículo usted sea capaz de utilizar todas las estrategias descubiertas en el fraude de Jack como una herramienta de aprendizaje para identificar estos delitos mucho antes de que se vuelvan titulares en los medios de comunicación.
Texto original: Jon J. Lambiras, “How a CFO landed in prison”, Fraud Magazine [en línea], enero-febrero de 2013.

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