EL CONSULTOR …..
Estándar
Freddy Llanto
FAS NIIF
– Sr. Vega, acaba de llegar su visita
Así anunció una guapa secretaria, a través del teléfono, la llegada de un visitante a su jefe, el Gerente de contabilidad de TRAMPO SA , una importante empresa que administra cinco centrales térmicas en cinco departamentos del Perú.
– Por favor que pase a la oficina de reuniones y que venga todo el equipo de contabilidad– respondió Vega.
Un señor elegante esperaba en la sala de recepción. Vestido de un traje diseñado a la medida, color azul oscuro que contrastaba perfectamente con la corbata carmesí y la camisa blanca recién comprada. Sobresalía de las mangas del saco unos puños donde estaban perfectamente engastados en cada uno, los gemelos de plata adquiridos en su última visita en los almacenes Harrods, un par de meses atrás. Sobre la muñeca izquierda asomaba un reloj de vestir formal de la casa italiana Panerai. Recostado sobre un cómodo sillón revisaba una revista empresarial que encontró en la sala de espera. A su costado permanecía sobre el suelo un maletín de cuero negro, dentro su arma de guerra, una MacBook Air que guardaba secretos de muchas empresas que eran clientes del caballero elegante.
Escuchó unos pasos que se dirigían hacía el. Cerró los ojos para ejecutar uno de sus acostumbrados juegos. Imaginarse a la persona que viene. Sintió los pasos eran ligeros y los tacos sonaban con buena entonación. Ello le sugería que la persona que se aproximaba tenía cuidado en su peso, tal vez con dietas o con ejercicios matinales en algún gimnasio cercano. Tal vez el de al frente, cruzando la calle operaba un gimnasio de una cadena internacional que una vez tuvo la oportunidad de asesorar. La buena entonación sugería un entrenamiento de larga data en el arte de andar sobre los primeros cuatro dedos de cada pie. El sonido que causaba el apoyo de cada paso sugería que la persona se desplazaba sobre unos retadores tacos número doce. Así pudo darse una idea sobre la apariencia de la persona que venía a darle el encuentro a sus espaldas.
Escuchó unos pasos que se dirigían hacía el. Cerró los ojos para ejecutar uno de sus acostumbrados juegos. Imaginarse a la persona que viene. Sintió los pasos eran ligeros y los tacos sonaban con buena entonación. Ello le sugería que la persona que se aproximaba tenía cuidado en su peso, tal vez con dietas o con ejercicios matinales en algún gimnasio cercano. Tal vez el de al frente, cruzando la calle operaba un gimnasio de una cadena internacional que una vez tuvo la oportunidad de asesorar. La buena entonación sugería un entrenamiento de larga data en el arte de andar sobre los primeros cuatro dedos de cada pie. El sonido que causaba el apoyo de cada paso sugería que la persona se desplazaba sobre unos retadores tacos número doce. Así pudo darse una idea sobre la apariencia de la persona que venía a darle el encuentro a sus espaldas.
– Sr. Craying – escuchó a sus espaldas mientras aún tenía los ojos cerrados.
No los abrió porque era el último dato que faltaba para completar la imagen, la voz. Por fin la tuvo por completo, la imaginó por unos segundos. Abrió los ojos.
– Si soy yo, buenos días – respondió con una sonrisa de éxito.
La imagen creada en su mente encajaba con la persona que le dio el encuentro. Cinco pies de alzada que los tacos elevaban un poco más. Figura esbelta, como de calendario, producto del esfuerzo desplegado de siete a ocho de la mañana en el gym, seguramente aquel que se ubica al frente de su trabajo. La amabilidad de la voz sugería que tenía tiempo en el puesto de recepción, no fingida, sino entrenada para el puesto.
– Sígame por favor, el Sr. Vega lo espera – replicó la dama.
– Después de usted – dijo el Sr. Crane, cerrándose el saco y haciendo un ademán con la mano derecha.
– Después de usted – dijo el Sr. Crane, cerrándose el saco y haciendo un ademán con la mano derecha.
Se dirigieron a una sala de reuniones. Donde la altiva recepcionista le pidió que espere unos minutos.
– El Sr. Vega y su equipo están bajando – llegarán unos minutos – dijo la dignísima dama.
MIentras esperaba la llegada de su cliente, Craying hizo una llamada a su asistenta personal.
– Kiara, escuchame atentamente, hay un gimnasio en el cruce de Recavarren con Matellini, al frente de Trampo SA, llama para inscribirme, mañana debo comenzar a ir en el horario de 7 a 8 de la mañana – dijo.
– Pero señor, aún no termina su membresía en el otro gym – replicó Kiara.
– Ya lo se, por favor hágalo, es urgente que mañana comience, si voy y no estoy inscrito, te descontaré una hora de mis honorarios. Bye.
– Pero señor, aún no termina su membresía en el otro gym – replicó Kiara.
– Ya lo se, por favor hágalo, es urgente que mañana comience, si voy y no estoy inscrito, te descontaré una hora de mis honorarios. Bye.
Luego de colgar la espera termino, Vega llegó solo, sin su equipo.
– Sr. Vega, que gusto verlo nuevamente. – Dijo Craying, mientras estrechaba con emoción la mano de su colega.
– Gracias por venir Craying – respondió Vega tengo un problema que amerita su asesoría. Se lo cuento mientras llega mi equipo de trabajo. Me gustaría que ellos escuchen su consejo y la forma en que su razonamiento decanta en una conclusión. Resulta que la Gerencia ha suscrito un contrato un poco extraño. Nuestro auditor externo nos ha dicho que ….
– Espere – interrumpió Craying – Primero cuénteme la transacción, odiaría que me cuente el diagnóstico antes que los síntomas.
-Tiene razón, discúlpeme – dijo Vega y prosiguió – hace un mes la gerencia propuso al directorio la emisión de acciones para obtener dinero que se invertirá en los nuevos proyectos. Hicieron la emisión. Los nuevos accionistas inyectarían a la empresa un total de diez millones de soles. Vamos a pagar un millón de dividendos por cada año de vigencia de las acciones.
– ¿Por cada año de vigencia? – interrumpió Craying.
– Si, como lo oye. En el año diez los accionistas las acciones vencerán. Hoy me llegó el acta formalizada. Craying, aquí hay algo raro. He visto que el asesor legal de la empresa ha estado detrás de esta operación con una comisión de éxito si se logra el lanzamiento de las acciones. Necesitamos saber las implicancias de esta transacción.
En ese momento se aproximaron a la oficina cuatro personas, tres caballeros y una dama, cuyas edades están bastante debajo del señor Vega, ellos reconocieron al consultor y lo saludaron efusivamente, uno de le dijo que había sido su profesor en la universidad. Se sentaron y la reunión prosiguió, Vega quería saber la respuesta del consultor.
(continuará)
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