SEIS TIPS PARA ENCONTRAR UN BUEN SOCIO DE NEGOCIOS
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11 de febrero de 2018
Gabriel Rovayo
Editorialista Revista Vistazo, América y Economía.
Cuando mis alumnos me comentan que han decidido emprender, antes de escuchar su modelo de negocios y antes de que me enseñen sus proyecciones financieras, les pregunto: ¿Quiénes son tus socios? Para mí esta es una pregunta relevante, porque el modelo de negocios se modifica, los números se re-calculan, el capital se consigue; pero los socios funcionan o no. Y cuando la sociedad no prospera, el futuro del negocio puede verse en serio riesgo.
En este contexto, el error más común de los emprendedores es escoger al socio solamente por una de sus dimensiones, ya sea por el capital que tiene disponible, por su especialidad en un tema o por simples lazos de sangre o amistad. Pero, ¡ojo! a los potenciales socios hay que analizarlos globalmente.
Un socio es mucho más que un colega de trabajo: es quien nos ayudará a lograr una gestión más eficiente, es con quien repartiremos responsabilidades y compartiremos el riesgo. Por eso, escoger un socio es como escoger pareja, para estar en las buenas y en las malas. De ahí que escoger un buen socio sea una decisión tan relevante en el proceso de emprendimiento, que le comparto algunos criterios que vale la pena considerar antes de invitar a alguien a participar, o antes de aceptar entrar en una sociedad:
– Fíjese si comparten visión, pasión y valores. Los socios están para dirigir la compañía, el conocimiento específico se puede sub-contratar. Un error muy frecuente es elegir a los socios solo por sus conocimientos técnicos o su capital. Recuerde que con sus socios se tomarán decisiones trascendentales para el futuro de la compañía; con los socios se enfrentarán crisis de todo tipo; con los socios se compartirán pérdidas y ganancias. A hacer empresa se aprende, pero la lealtad se tiene o no se tiene.
– Analice los niveles de madurez emocional y profesional de su socio potencial. Un nuevo negocio enfrenta muchos retos hasta abrir mercado y estabilizar su operación, entonces un buen socio debe estar en capacidad de trabajar bajo presión, auto motivarse, hacer varias tareas simultáneamente y perseverar. Si cree que va a trabajar demasiado o más que usted, no siga. Las sociedades son juegos de equipo, no de individualidades.
– Prefiera a la gente con quien tiene empatía. Aquello de la química sí cabe en estos contextos. Escoja a un socio a quien le tenga confianza. Pero una cosa es llevarse bien y otra es complicidad. La sola amistad no garantiza que la compañía vaya a funcionar. Tampoco confunda empatía con admiración profesional.
– Pregunte sobre su reputación. Como nos dice el marketing, el mercado es una batalla de percepciones. Es muy importante que averigüe entre ejecutivos de alto nivel del sector, así como entre personas de su confianza, cómo es percibida esta persona en términos laborales. Si no tiene una imagen de seriedad y compromiso, ni lo invite.
– Investigue sobre su experiencia directiva. No es suficiente con saber, también hay que saber hacer. Un socio no es solamente quien tiene conocimiento operativo, sino también directivo. Busque a personas que hayan dirigido negocios, emprendimientos o nuevos departamentos o proyectos dentro de una organización. Eso ayuda a desarrollar competencias propias de los líderes. Si ya trabajó con esa persona, mejor, pues tiene una idea de cómo podría funcionar la cosa.
– Busque a quien se complemente con usted. Como dice el adagio popular estadounidense “There’s no such thing as a free lunch” (no existe algo como un almuerzo gratis), es decir, todos cuidan sus propios intereses. Si te equivocas, vas a tener un costo. Nada en la vida es gratis, por eso hay que tener cuidado al elegir. Hay que ver todo lo que tiene que ofrecer el otro, pero también lo que la otra persona tiene que tomar de usted.
Lo importante es que identifique claramente el aporte de su socio y el suyo, y valore objetivamente si hay equilibrio de esfuerzos e inversiones. Tolerancia, respeto y confianza son las tres claves para que una sociedad, igual que un matrimonio, se mantenga en el tiempo. Por eso, es recomendable una temporada de noviazgo para conocer si funcionará bien. Y, si el noviazgo no funciona, ¿para qué casarse?
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