En nuestra economía latinoamericana, este escenario es el más habitual dado que la gran mayoría de empresas (principalmente pymes) son familiares. Así que todo el patrimonio familiar se encuentra invertido en una única empresa iniciada por el abuelo o el padre y manejada actualmente por hijos o incluso nietos.

Cuando nos encontramos con esta situación, la medición de los riesgos asumidos, y por ende de la rentabilidad mínima exigida, no se puede hallar utilizando el CAPM puesto que este modelo asume que los inversionistas eliminan una parte del riesgo diversificando sus inversiones, lo cual no existe en ese segundo escenario. Por tanto, el riesgo asumido en una única inversión no es el riesgo sistemático, sino el riesgo total.

En este artículo publicado en mi blog, analizo cómo se debería estimar la rentabilidad mínima esperada de un inversor en una empresa familiar, considerando que no existe diversificación del riesgo.

En mi sitio web encontrarán más entradas con temas interesantes en la sección del blog, además de varios artículos escritos para diversas revistas del medio, en la sección «artículos».