lunes, 5 de noviembre de 2018

RESPONSABILIDAD Y MEJORA CONTINUA DEL OFICIO DEL AUDITOR DE INFORMACIÓN FINANCIERA

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23 OCTUBRE 2018
En un mundo saturado como en el que se vive actualmente, las ideas parecen quedarse cortas frente a lo que el entorno empresarial puede ofrecer. Lo mismo sucede con el auditor y la manera en la que ejecuta su tarea, esto supone lo que va más allá de la normativa, especialmente con las Normas Internacionales de Auditoría (NIA) y la NIA 220 que recogen los objetivos globales del auditor independiente en la realización de la auditoría, estas son consideradas como las leyes del auditor. Algunas cuestiones que se consideran en ellas son de carácter normativo y por lo tanto obligatorias, pero otras se refieren a las características que deben tener los auditores tales como el escepticismo profesional, el juicio profesional, la intuición, la evidencia de auditoría, entre otras. Implícitamente también se refiere la necesidad de innovación constante del auditor.
El Desarrollo Profesional Continuo, conocido también como la Educación Profesional Continua supone que el auditor se mantenga actualizado sobre los tópicos más relevantes de su profesión, asegurando su competitividad dentro del campo con otros colegas y además ofreciendo un servicio de alta calidad, que cumpla con las expectativas de los clientes y que además genere informes completos y detallados. Un profesional íntegro siempre va a buscar la manera de llevar a cabo su trabajo de forma correcta y además va a buscar la manera de reinventarse para ir a la par del mundo moderno. El uso de la tecnología se ha convertido en una oportunidad para que el auditor amplíe su campo de acción e inevitablemente busque formarse alrededor de lo que esto supone. De esta manera, el auditor aprende de manera multidisciplinaria acerca de todos los factores que pueden influir de manera directa o indirecta en el trabajo de sus clientes, por lo tanto, no solo debe mantenerse informado de lo relacionado con la contabilidad, la auditoría y en general el entorno empresarial, sino también los cambios que le afectan ya sean dentro de la sociedad, la política, el medio ambiente, las tendencias, etc.
Por lo tanto, el DPC es un antídoto que busca combatir el estancamiento profesional y alentar en cambio la competitividad y así mismo las actitudes de mejora continua e innovación. En el ejercicio de auditoría, los profesionales pueden llegar a una zona de confort donde manejan siempre los mismos planes estratégicos, se involucran con problemáticas similares, auditan siempre a la misma empresa o en general realizan trabajos bajo los mismos métodos, lo que les permite cumplir con un trabajo, pero no ir más allá de este. No hay que olvidar nunca que el trabajo también es una oportunidad de aprender y que se puede aprender todos los días de algo. El miedo a atreverse a involucrar nuevas cosas dentro de su ejercicio puede ser un tema que le genera incertidumbre a muchos profesionales, más que esto es el miedo al error y al fracaso y a que se genere así una situación de desconfianza de su trabajo.
Sin embargo, es importante que los cambios que se quieran hacer y la actualización de la profesión se haga de manera responsable e informada y no a la ligera y con el afán de cumplir expectativas. Es decir que se trata de una actividad programada que busque mantener actualizado al profesional respecto a sus conocimientos y a la responsabilidad que tiene frente a los clientes. Por lo tanto, se sugiere que el DPC se organice dentro del calendario de cada profesional por lo menos cada año, de manera que durante este tiempo pueda programar cursos, entrenamiento, diplomados, y cualquier otro tipo de formación profesional que también incluya por ejemplo la escritura de artículo, entre otros. A pesar de que la certificación no sea obligatoria, sí es recomendable que se lleve a cabo para darle un soporte a aquello que se aprende nuevo. En la medida en la que el auditor realice este tipo de formación, puede ir creando también un perfil de trabajo que lo encamine hacia un área de interés particular o en cambio, aprender acerca de todo para poder ser más versátil en el trabajo.
Respecto a la certificación, valdría la pena mencionar los casos desafortunados en los que por el afán de cumplir con el DPC se presentan falsificaciones de documentos para certificar algo que en realidad no se ha hecho. En ese curso de ideas, es importante que las empresas contratistas de los servicios de auditoría puedan revisar el perfil de sus trabajadores y puedan certificar su formación como auditores, así como de cualquier otro curso que se haya tomado. De lo contrario se estaría incurriendo en un delito que acarrea grandes sanciones entre otras consecuencias. La presión del medio por mantenerse actualizado y trabajar bajo ciertos requerimientos puede llevar a que se cometan este tipo de errores.
De acuerdo con lo anterior, también es importante hablar de las capacidades de los auditores frente a los nuevos requerimientos dentro del mundo empresarial y en general de la sociedad. El auditor debe reconocer cuándo no está capacitado para llevar a cabo una tarea y manifestarlo, de manera que prime más el buen criterio que la necesidad por tener un trabajo u obtener cierta remuneración. Esto es algo que pasa seguido cuando se trata de situaciones que se relacionan sobre todo con el manejo de tecnología, nuevos softwares, y cualquier otro tipo de recursos que sean novedosos o cuya implementación sea muy compleja.
A partir del reconocimiento de las debilidades puede establecerse la mejora continua y sistemática de los conocimientos, habilidades y cualidades personales que se requieren para que la auditoría sea vista como algo más versátil. En esencia, este es un ejercicio que surge de la valoración personal de aquello que necesita ser cambiado; sin embargo, vale la pena analizar dentro de ese ejercicio introspectivo qué tanto se está haciendo uso del potencial personal, es decir, si mi trabajo me representa un reto o es algo que realizo dentro de mi zona de confort. Ese potencial personal debe estar medido además con lo que los demás pueden ofrecer, ya que se trata siempre de no quedarse relegado como profesional mientras los demás se actualizan, innovan y crean nuevas alternativas.
Como profesional se debe amar lo que se hace y en esa medida el trabajo debe estar proyectado hacia lo que se quiere lograr, metas plausibles y logrables en corto tiempo de manera que los resultados puedan verse de manera casi que inmediato. Se requiere entonces ser ambicioso en ese sentido, pero no ponerse metas que no se puedan lograr pues eso llevaría directamente al fracaso y a la sensación de frustración. Lo importante es siempre mantener una estima de las capacidades propias, las circunstancias del campo de trabajo y la manera de aprovecharlas.
Por último, es recomendable que el auditor identifique las competencias claves que le van a permitir un resultado exitoso dentro del desarrollo de su carrera, pero es indudable la influencia de la globalización dentro de la auditoría. Por tal motivo, es importante tener en claro la internacionalización de los procesos de producción y la globalización del conocimiento, la creciente preocupación por la responsabilidad social y el impacto en el medio ambiente, el desarrollo tecnológico, los nuevos paradigmas dentro del ejercicio de la auditoría (nuevos campos, nuevas herramientas, nuevas metodologías, etc.), y los nuevos paradigmas administrativos y productivos. Todos estos tópicos deben mantener alerta la mente de los auditores e invitarlos a conocer más acerca de la manera en la que pueden contribuir a que la auditoría sea considerada como una labor imprescindible para el crecimiento dentro de una empresa. La invitación entonces está a superarse profesionalmente en la medida en la que esto permite un mejor desempeño en las responsabilidades y las funciones laborales.
Referencias

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