Hace unas semanas la empresa Peloton, proveedor de equipos de Fitness, comenzaba a cotizar en el mercado de valores mediante la correspondiente IPO, lo que en España sería una Oferta Pública de Valores (OPV). El mismo día de su estreno y después de considerables dudas al inicio de la jornada, las acciones caían un 11% en relación a su precio de salida. Esto suponía una pérdida de más de 900 millones en relación a su valor de capitalización inicial.
En su folleto de salida a bolsa, presentado el 27 de agosto, se anunciaba que las pérdidas del último ejercicio económico se habían cuadriplicado ($47.9 millones a $195.6 millones), a pesar de haber aumentado su facturación de forma considerable (de $435 millones a $915 millones). Paradójicamente, en este documento se reiteraba que una de las ventajas competitivas de Pelotón era su apalancamiento operativo. Este efecto se produce cuando el aumento de las ventas amplifica los beneficios, siempre que sus costes de explotación se mantengan fijos, o bien no se incrementen en la misma proporción. Sin embargo esta declaración de buenas intenciones se quedó en tan solo esto. En su último ejercicio económico Pelotón reportaba unos gastos operativos que implicaban un crecimiento del 150%, mientras que el aumento porcentual de su facturación había sido del 110%.
John Foley, su fundador y CEO de la compañía redactaba una emotiva carta a sus potenciales inversores insertada en el prospecto de la oferta pública donde definía cual era la “misión” de la firma: “mejorarnos, inspirarnos mutuamente y unir al mundo a través del ejercicio”. Algo así como que Peloton vende felicidad a sus inversores potenciales. La idea está bien, pero teniendo en cuenta a quién iba dirigido el escrito hubiera sido relevante una breve reseña, en esta conmovedora carta, de lo importante que es también para él y para el accionista generar valor. ¿No les parece que la felicidad se ha vendido en esta ocasión muy cara?
También en mi último post insertado en Linkedin me refería a la fallida salida a bolsa de WeWork. Seguramente el origen que motivó su suspensión estaba en su folleto informativo que las empresas deben presentar previamente a sus potenciales inversores. Contenía muchos detalles del funcionamiento del negocio y muy poca información de algo, que es esencial en este tipo de operaciones: de qué forma conseguiría generar caja y rentabilidad positiva en los próximos años.
Esperemos que de nuevo, los presupuestos equilibrados, los resultados positivos y los excedentes de flujo de caja adquieran la relevancia que se merecen en cualquier salida bolsa y como argumento de venta al futuro accionista. Si esto no es así la sombra de la anterior burbuja tecnológica podría aparecer de nuevo.
Rafael Sambola. Eada Business School
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El riesgo de dejar en segundo plano la rentabilidad y la generación de flujos positivos de caja en los negocios. Este riesgo se amplifica cuando a continuación, una compañía decide pedir dinero a los accionistas a través de una salida a bolsa.
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