¿QUÉ TAL SI NOS EMPEZAMOS A PONER VERDES?
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Y no hablo en metáfora o juego de palabras. Hablo de, por fin, darle paso a priorizar el cuidado del planeta desde el mundo de las finanzas. De hecho, cosas como estas están incluidas en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible a través de sus 17 Objetivos (ODS) y el Acuerdo de París sobre Cambio Climático.
En este contexto, las iniciativas de las Naciones Unidas y de varios de los Gobiernos más poderosos, tratan de que los países redirijan hacia el uso sostenible de los recursos, hacia un camino que lleve al logro de sociedades inclusivas, centradas en la dignidad de las personas, en las que nadie sea dejado atrás.
Pero, para muchos suena utópico, idealista y bastante hippie. Pero si tomamos en cuenta que el objetivo base de esas iniciativas son la erradicación de la pobreza y del hambre la cosa cambia. Sin embargo, lo fundamental es mentalizarnos en que no se trata solo de buenos deseos, sino de realidades que podemos lograr si hacemos las cosas eficientemente, con visión empresarial.
Lo primero es analizar la situación con base en algunos datos:
· Se estima que para alcanzar estos objetivos y sus metas asociadas, será necesaria una financiación pública y privada sin precedentes: unos 90.000 billones de dólares durante los próximos 15 años.
· La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) afirma que aún existen importantes déficits de financiación en la mayoría de las iniciativas destinadas a cumplir los ODS: de hasta 2,5 billones de dólares al año para los países en desarrollo.
· Y en base a un informe reciente de la OCDE, necesitamos invertir 6,9 millones de dólares en infraestructura cada año de aquí al 2030 para alcanzar el objetivo de calentamiento global de 2´C acordado en París.
Esto nos lleva a pensar en la real posibilidad de usar con eficiencia las finanzas verdes, una iniciativa orientada a impulsar el financiamiento de inversiones amigables con el medioambiente, por medio de técnicas sustentables aplicadas a entornos corporativos para reducir las emisiones de carbono, promover la eficiencia energética y evitar la pérdida de diversidad biológica. Si lo analizamos bien, suena lógico y puede dar grandes resultados a futuro.
No es algo tan a futuro, ya se han hecho algunos esfuerzos para lograr que la idea funcione. Por ejemplo, en agosto de 2016 por invitación de la Corporación Financiera Internacional (IFC), varias entidades financieras integraron a la Red de Banca Sostenible (SBN), cuyo objetivo es facilitar el aprendizaje de sus miembros y apoyarlos en el desarrollo e implementación de políticas para incentivar y promover mejores prácticas y el financiamiento sostenible.
Y, en diciembre de 2016, United Nations Environment Programme Finance Initiative (UNEP FI) invitó a estas instituciones a afiliarse como Supporting Institution. Además, en Buenos Aires se llevó a cabo la Mesa Redonda Regional de América Latina y el Caribe para abordar la temática junto a otros líderes de la región.
Pasos firmes hacia una sostenibilidad eficiente, productiva, segura, confiable.
Artículo publicado por la Revista Vistazo 2018
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